Imagen de perfilLEY 3/2007

Javier Puchades Sanmartin 

Cuando me puse a trabajar para pagarme los estudios, descubrí que lo primero que tendría que aprender sería a discriminar entre los diferentes cafés que tomaban mis jefes. Había una desigualdad evidente de trato con mis compañeros por el hecho de ser mujer. Más que una brecha salarial, había una profunda sima. No aguantaba más tanto machismo, tanto dirigir con la bragueta. Me sacaba de quicio que en una mujer solo valorasen la amplitud de su escote y el largo de su falda. Yo merecía una oportunidad.

Al tiempo que trabajaba, acabé la carrera de derecho. Tenía claro mi objetivo: cuando ejerciese como abogada, mi prioridad sería llevar a juicio a esta siniestra empresa. Hoy, cuando el juez ha emitido sentencia condenatoria por infracción grave de la ley 3/2007, he comprendido que siempre hay que pensar en positivo para alcanzar nuestros sueños.

 

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