Memento
Patricia ¡µlvarez Miguel · MadridHuelga decir que Roger Portals nunca comía postre. Su dieta, frugal, consistía, básicamente, en verdura y pescado a la plancha. De esa manera, y con riguroso ejercicio, se mantenía atlético, juvenil. Lo consideraba imprescindible para aguantar las extenuantes jornadas de trabajo. Sin embargo, su recién estrenada condición de socio le compensaba. Aún recuerda su primer día en el despacho, -¡léete este recurso de suplicación!- le dijo, hoscamente, aquel patán. Años después, sintió cierta satisfacción mientras le veía recoger sus cosas. Se limpió los labios, sonrió y consultó su reloj. Aquel reloj tenía un significado especial. Lo llevaba aquel día que… pero ¡el maldito reloj salió ileso! Lo suyo fue un premio gordo cuando él no merecía ni un reintegro, admitámoslo. La vida le había dado una suerte de plazo de gracia a un tipo como él. Y aquel reloj le recordaba que, sin duda, eso le hacía doblemente afortunado.