In dubio ridere

Alejandro J. Pérez Morán · A Coruña 

Nadie imaginaba que aquel anodino abogado del turno de oficio ejercía en sus ratos libres de payaso. Era sin embargo este oficio el que le hacía sentir más útil, dado que en la mayoría de los contenciosos de su trabajo habitual su labor era meramente testimonial. Hasta el día de aquella vista. Un nuevo juez que, saltándose todo protocolo y sin hacer uso del código, comenzó a reírse a carcajadas diciendo: «No ha lugar a la causa». El acusado sonriendo de igual modo, saltó de alegría y se abrazó a nuestro letrado. Al salir de la sala se dirigió al baño, necesitaba refrescarse la cara. No comprendía tal mudanza, debía estar soñando o sufriendo algún tipo de enajenación mental. Entonces descubrió en el espejo que no llevaba puesta su cara de limón sino su sonrisa de payaso.

 

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