El juicio final

Miguel ¡µngel Moreno Cañizares · Alcorcón (Madrid) 

Cogió el Código Penal y buscó el artículo. Lo leyó detenidamente. El contencioso parecía perdido, aunque no desesperó. Repasó los hechos de nuevo, tal como los relataría ante el juez. «Salí del trabajo a las seis de la mañana y me dirigí a la parada del autobús. Iba solo por aquella calle mal asfaltada y la acera levantada por las obras. Cuando me disponía a cruzar, tropecé y caí al suelo. Entonces apareció el camión y me pasó por encima. Mientras agonizaba, aún pude leer: Mudanzas Alonso. Antes de morir, también vi la cara sonriente del payaso asomada por la ventanilla. Fue la última imagen de mi vida». El juez, un tipo agrio como un limón, tomó la palabra: «Muy bien. Si usted falleció a causa de ese accidente, ¡¨cómo explica su presencia aquí?». El hombre tragó saliva: «Perdone, señoría, pero ¡¨no es éste el juicio final?

 

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