Libre soy, siénteme libre

ROSA MARIA LORENTE GIL · ALICANTE 

Salió cauteloso de la habitación de hotel donde había dormido. Era 28 de marzo, estaba seguro, porque en su cabeza iba y venia como una reacción poética de su vida unos versos de Miguel Hernández, que tal día como aquel moría en prisión. La vida es sorprendente, el día de su comparecencia ante el Juzgado, acusado de lesionar al director del banco que le había estafado hasta el último euro, se sentía más libre que nunca. Él, pacifista manifiesto, amante de la comida vegetariana, los viajes largos y la buena literatura, sometido a la coerción del sistema judicial por un momento de debilidad. Un simple empujón al capitalismo, un toque sin más a la persona que a sabiendas del engaño le comercializó un producto financiero que hipotecó su tranquilidad. Llegó al Juzgado sereno pero sobre todo inspirado, con profundo respeto miró a la sala y susurró “Libre soy”

 

 

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