¡Menudo mentecato!
Paula Santolaya del Burgo · NavarraPor fin el juez me da la palabra y procedo a dar el golpe final. Me siento como un humilde pecador que acude al confesionario para que el cura le dé la absolución. Hoy vengo a litigar pero, sobretodo, a ganar. Expongo el argumentario que avala mi alegato: insisto, enfatizo, subrayo y hasta vocifero. Las palabras salen de mi boca con premura y precisión.
El día correlativo al fallo del juez, me pongo en contacto con mi cliente para comunicarle que, gracias a mi hábil y convincente defensa, ha sido declarado inocente de los cargos que se le imputan.
—¡Menudo mentecato —me increpa—, yo hackeé la web del Consejo General de la Abogacía Española!