Vocación

María Emma Izquierdo Guerra · Las Palmas de Gran Canaria 

Mi padre tenía constantemente la palabra «ley» en la boca y se había empeñado en que yo siguiera sus pasos. La carrera de derecho se imponía como la única opción para mí. Ya me veía con la toga de juez, arbitrando como él en los tribunales de justicia entre abogados, fiscales y maleantes. Pero a mí, las únicas querellas que me entusiasmaban eran aquellas que se originaban en los campos de futbol y sólo concebía un arbitraje: el de las estrellas del balompié. Jamás le confesé mis pensamientos para que me dejara en paz hasta poder escapar definitivamente de aquel ambiente riguroso en el que no siempre triunfaba la verdadera justicia. Cuando cumplí los dieciocho, metí unas cuantas prendas en una bolsa de deportes y salí para la estación sin importarme si algún día cobraría una nómina para sobrevivir. Ayer arbitré mi primer partido de liga de campeones.

 

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