Sonsoles

Isabel González · Madrid 

“Sonsoles para quien más aguante”, acordamos. Salimos a la carrera, tiramos las mochilas al suelo y nos tumbamos sobre las vías. Allí, en la estación, lejos de nuestras casas y del tenaz arbitraje de nuestros padres nos sentíamos libres, capaces de cualquier cosa. De dar la vida por Sonsoles si hiciera falta. Recuerdo lo difícil de acomodarse entre las traviesas, el hedor a orín y mi corazón. Nos volvimos a encontrar al cabo de los años. Por una querella estúpida. Él, a un lado del pasillo y yo, al otro. Luchamos como viejos boxeadores. Sudamos, gesticulamos. Nuestros clientes trataban de calmarnos. Pero es que no era por ellos. Ni por la nómina. Era otra cosa. Ganó él esta vez, me eché la mano al bolsillo y tuve que devolverle la dorada peonza de nuestra infancia.

 

0 Votos

 

Queremos saber tu opinión