La decisión
María de la Luz Falcón · Santa Brígida, Las PalmasSola, en aquella insólita estación, sentada sobre un mugriento sofá, esperando un tren que nunca llegaré a coger. Ver caer la lluvia a mis pies traía a mi mente entrañables recuerdos, como aquella adolescente ilusión al comienzo de mi fulgurante carrera. De repente, multitud de pensamientos se agolpaban sin cesar, ¡¨realmente deseaba marcharme y renunciar a aquella generosa nómina¡€™Abandonar el mundo de las querellas y lanzarme a una nueva vida encaminada a la conciliación, el arbitraje y porqué no, a la mediación, era definitivamente mi mejor opción. Ver llover, sentir llover, percibir el fresco aliento del invierno en mi rostro, renovaba mis sentidos. De pronto, el tren se aproximaba a la vez que incesantemente se incrementaban mis pulsaciones, podía sentir como dos enormes focos me cegaban sin compasión. Dos focos, dos lentes, y una voz de fondo que me susurraba al oído: -Señorita letrada, señorita letrada, continúe…