Belén

Lourdes Aso · Huesca 

Necesitaba silencio, que todos supieran cuales iban a ser las reglas del belén ese año. Hice sonar el silbato y desde lo alto de la torre, empecé el arbitraje. Nadie debía ir a la carrera. Quién arrancara musgo se las vería conmigo. í–bamos a multar el exceso de tristeza. Y no quería ni una querella familiar, por mucho que el pastor se llevara mal con la lavandera, o el puente se hubiera colocado fuera del cauce. Por una noche, quería olvidarme de los casos, no defender a culpables ni inocentes, ser una figurita más que respiraba a la luz de las estrellas. Alguno preguntó qué tipo de Ley representaba y si estaba ya en nómina. Mi traje resultó bastante aparente para velar los presentes del niño. A las doce, cuándo se rompía el hechizo corrí con el oro en los bolsillos camino de la estación. Soy un abogado rico.

 

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