Todo por ti
ANGEL J. CLEMENTE RODILANATenía el hambre reflejado en el rostro. La necesidad había sido una constante en su vida desde casi el principio de su existencia. Se quedo solo demasiado pronto. Su abuela lo supo proteger al principio, pero pronto cayó enferma y las tornas se cambiaron. Desde entonces, su único recurso fue su constancia. De todo lo que veía a su alrededor sacaba un aprendizaje. Sus ojos azules se abrían de par en par cuando descubría algo que le pudiera interesar. Desde la primera beca, su crecimiento fue constante, aunque nunca se olvidó de donde venía. El proteger a otros como él, fue el suministro necesario para estudiar la carrera de derecho. Cuando vio el título entre sus manos, cuando le llamaron de su primer despacho para comenzar una prometedora carrera de abogado, supo que lo había conseguido, que todo su esfuerzo había dado sus frutos y mirando al cielo, sonrió.