HIBRIS: LA TENTACIÓN INSOLENTE DE LA “DESMESURA”
David Rojo Canelada · MadridEl azulado destello que emanaba de la pantalla del ordenador era el único atisbo de luz que iluminaba la montaña de papeles y libros que se agolpaban a mí alrededor. Hacía rato que la biblioteca se había quedado vacía, un privilegio del que sólo yo era merecedor por conocer al responsable del archivo.
El imposible escrito de demanda tenía que presentarse por la mañana, quedándome apenas unas horas para poder enmendar lo que por despiste se había transformado en olvido.
A pesar de ello, el exceso de confianza en mí mismo siempre me había llevado al límite. Así, con un poco de jurisprudencia y algo de prosa ligera el escrito estaría terminado.
De repente, la oscuridad engulló la habitación y empecé a sentir como si alguien acabara de rodear mi cuello con un collar estrangulador. Estaba completamente paralizado. Se había ido la luz en toda la manzana.
+37
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
¡Ostras! Menuda… mala suerte la de tu protagonista!!!
Me ha gustado ese suspense hasta llegar al desenlace que no defrauda al lector (al contrario del sufrimiento «asfixiante» del protagonista).
Mucha suerte!!!
Muchísimas gracias, de verdad, por tu valoración Amparo. No me creía esta vena de microescritor!
Por las barbas de Lucifer, David, ¡qué miedo! . Nada más terrorífico que un plazo improrrogable.
Gracias Ángel, pero nada que no pueda hacer olvidar el mal trago un solomillo “recurrible en casación” ;) ¡Muchas gracias!
Uffff….David!. ¡Que pánico!.
¡ Acabas de recordarme muchos días de esos en los que la puñetera luz de toda la manzana se va!. Se te queda una cara de …¡no se de que!….Luego…nadie te cree…, el que menos, tu cliente….
En fin. Me ha encantado tu relato.
Muchas gracias María! Quería reflejar esos momentos de agonía extrema cuando el ordenador deja de hacer sus funciones y lo has dejado todo para el último momento…jajaja y sí, tienes razón, luego nadie te cree. Un abrazo