¡Protesto!

Francisco Castillo Sánchez · Madrid 

¿Protesto? ¿Protesto? Pero tú, ¿quién te has creído que eres tú? El fiscal miraba orgulloso a su alrededor sabedor de su triunfo frente a todos. Pero no quería ganar, quería aplastar, quería demostrar que él era el mejor de todos los tiempos, quería demostrar quién era el mejor representante de la justicia sobre la tierra. Se levantó de su asiento y volvió a mirar al acusado. Vio sus lágrimas y sintió ese poder que da el triunfo. Pensó otra vez que le encantaba ser fiscal, nunca le gustó la defensa, defenderse es de débiles, y así consideraba a la figura del abogado. Con el triunfo en sus manos se sintió el hombre más poderoso del mundo. Al otro lado, el acusado lloraba desconsolado. No entendía, con sólo cuatro años, lo que un síndrome llamado estrés había hecho con su padre. El niño sólo entendía que no quería comer más espinacas.

 

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