Otros tiempos

Javier Hidalgo Ramos · Zamora 

Hoy defiendo a un ciudadano inmigrante. Como es menester, informo a la esposa de la posible imposición de una fianza. En busca de amparo, el menor de los chiquillos se abraza, aterrado, a las piernas de la madre. ¡No nos quieren aquí!, me grita. Desde su tierno y frágil universo, tan ajeno, me observa interesado. Parece discutir mi opinión sobre el caso, negando o asintiendo con bruscos movimientos de cabeza. No dejo de observar su rostro inocente clavando la mirada limpia, implorante, en la figura del padre, que asoma esposado al fondo del pasillo. Tranquilo pequeño, le digo, acariciando sus mejillas húmedas por el llanto, tu papá ha de comparecer ante la ley pero, aquí, nadie mata ruiseñores. Pasaron otros tiempos, oscuros, malditos, ya lejanos, cuando razas o credos inclinaban el fiel de la balanza.

 

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