ARREPENTIMIENTO
Manuel González CasausAquella mañana de primavera diluviaba. Había quedado con mi cliente a la entrada de los juzgados. Yo llegué tarde y calado hasta los huesos. Me sorprendió comprobar que él me esperaba en la calle sin tratar de protegerse de la lluvia. Tras los saludos de rigor y el manido comentario sobre el tiempo, traté de repasar con él las planificadas respuestas al inminente interrogatorio. Noté que no me escuchaba, que no había forma de razonar con él. Quizá su sólida formación religiosa era el motivo por el que parecía desoír mis indicaciones. Pero estaba especialmente nervioso, y en su mirada huidiza intuí que la sesión no iba a salir bien. Efectivamente, nada más sentarse delante del tribunal realizó una pormenorizada confesión de todos sus errores y malas acciones. Fue en ese momento cuando el juez le preguntó: “Entonces … ¿retira usted la denuncia?”.