Atocha: el último suspiro de un Licenciado en Derecho
VICENTE CUESTA RONCERO24 de enero de 1977, cerca de la madrugada. Yo estaba en la biblioteca del despacho situado en el número 55 de la Calle Atocha. Contemplo con profunda desolación e impotencia mi cuerpo yacer sobre un charco de sangre. Sobre mi pecho pendía el collar que mi novia me había regalado porque sí, por amor. Yo todavía no había acabado la carrera, pero me llené de confianza e ilusión y empecé a trabajar en un despacho donde la realidad y la utopía no se desdibujaban. Aquella noche, una ideología de sangre fría pretendió situarnos en un olvido cruel e injusto golpeando a la libertad y a la democracia. Y yo, antes de que todo se volviera oscuro para siempre, sentí el privilegio de haber compartido vida con cada uno de mis insignes compañeros, una historia que perdurará en la mente de todos los trabajadores.