Imagen de perfilDOÑA ESCOMBROS

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

La gente del pueblo comenzó a llamarla Doña Escombros. Llegó hace tres años y aparcó su vieja caravana en una finca que dijo haber heredado de su abuela. Después construyó un pequeño habitáculo, con materiales reciclados, y lo convirtió en su despacho. Se dedicó a promover la conservación de espacios verdes y la lucha contra el cambio climático, logró la instalación de un punto limpio municipal, y organizó grupos de voluntarios para adecentar las orillas del río.
Hay quien dice que una abogada medioambiental no tiene futuro en una población tan pequeña. Pero cuando denunció los vertidos tóxicos de la fábrica de pinturas, los agricultores recuperaron sus zonas de cultivo y fueron indemnizados por los daños.
Cada día tiene más clientes aporreando su desvencijada puerta y, como ya ha ganado varios pleitos, algunos empiezan a llamarla -respetuosamente- «La Ecoabogada».

 

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