Imagen de perfilABOGADO 24 HORAS

Manuel de la Peña Garrido 

He pasado la noche revisando los 10.000 folios del sumario. Hacia las cinco me quedé frito. Tuve pesadillas: comparecía juicio tras juicio sin ganar uno solo. Saliendo de casa, me aborda el portero, angustiado por sus preferentes. En el bar, explico al camarero la partición hereditaria troceando una rebanada untada con tomate. De camino al metro, llama mi tía-abuela. Quiere presentar ya la querella contra su peluquero. En el vagón, una pasajera, viéndome cara de jurista, me asalta sin rodeos; me consulta sobre su enrevesado divorcio. En el bufete, Aurelia, la limpiadora, me pide asistencia letrada para su hijo, metido siempre en líos. Sara me encuentra en la biblioteca.
– Quiere verte el socio-director. Luego recurre mi multa, porfa.
Don Justiniano me abronca:
– No puedes tirarte un mes con un único asunto. Debes llevar varios casos, conseguir buenos clientes, cobrarles. No dormir si es necesario. Ser abogado 24 horas.

 

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