Ilustración: Juan Hervás


Mariposas en el estómago

JOSÉ AGUSTíN NAVARRO MARTíNEZ · Alicante 

Ocurrió durante la vigilia. En la caja. Amortajado con la toga. El desvío de llamadas activado. Abrazadito a mis últimos deseos: una linterna LED y un diccionario ESPAÑOL-GUSANO/GUSANO-ESPAÑOL. Llegó un helminto-centinela. –¿Por qué me visitas? –Para avisar a la legión cuando estés listo para ser comido. –¿Podrías demorarte? ¬–Dame un motivo legítimo. –Prestar un último servicio como abogado laboralista. –No tengo dinero. –Descuida. Te encuentras en un sepulcro con turno de oficio. –Adelante. –¿Cuánto te pagan por esta mierda de trabajo? –Un cacho de piel como salario base. Y medio lagrimal, si cumplo los objetivos. –Te están engañando. Emigra a una lápida alemana y santas pascuas. Pero te aconsejo que antes firmes una cláusula de no competencia. –No puedo. Tengo una familia que alimentar en este féretro. –En ese caso, ya puedes decirle a tus amigos que vengan. Pero que algunos sean de seda.

 

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