Imagen de perfilFicciones, las justas

Marta Trutxuelo García 

Transcurridas nueve semanas y media de actividad en el nuevo edificio, sus inquilinos han pasado por nuestro bufete, disputándose, cual casting, la mejor demanda: el dueño de «Quo vadis?» reclama compensación por ausencia de matriculación en su academia, arguyendo que el inglés no es una lengua muerta. Asimismo, la agencia de contactos-viajes «Encuentros en la tercera fase» y la funeraria «Cuatro bodas y un funeral» se quejan de la confusión creada entre su clientela…
Mi bufete representa legalmente al dueño del inmueble, Aeternum Cinema, que decidió invertir en otras industrias arrendando el edificio para diversas producciones, utilizando títulos de películas. Estas adaptaciones no han sido bien acogidas; nuestro propio bufete se sumaría al torrente de demandas si no estuviéramos obligados hacia el dueño por la ley del silencio, si recuperáramos juicio y sentido perdidos en nuestro despacho del sexto piso, donde un niño angustiado sigue susurrando: «En ocasiones… veo abogados».

 

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