Ilustración: Juan Hervás


Maníes para Elizabeth

Miguel Ángel Rodríguez Artigas · Montevideo, Uruguay 

Roberto Vignoli, célebre abogado bonaerense, eligió la desmemoria del tren para recordarla: “Al verte aquella noche, sólo atiné a poner maníes en tus manos y decirte: ‘Ojalá fueran esmeraldas’. Nos casamos, pudimos ser felices, pero llegó el dinero. El me dio triunfos con algún magistrado que soslayó la Constitución, pero transformó nuestra cercanía y presente en lejanía y pasado. Todavía es siempre”, suspiró. Al llegar, con prevención ocultó el collar de esmeraldas que, ahora sí, obsequiaría. Ella, repetida en el ventanal, hundía la mirada en el cielo, donde enormes rocas, cual pintura, se detuvieron conmovidas. Roberto, suavemente, encadenó aquel cuello de nieve. Esperanzado en una compartida memoria, ensayó un “feliz aniversario”. Entre los dos, se posó el silencio. Algunas lágrimas se desentendieron de los verdes lagos de Elizabeth. Después, ella habló: “Ojalá fueran maníes”. Apenas arriba, en el cielo, las enormes rocas retomaron su laborioso peregrinar, camino del olvido.

 

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