Imagen de perfilEL GRAN DESAHUCIO

David Gómez Ortas 

Decidí actuar, cansado de ver en las noticias la degradación de los ecosistemas en el mundo, y el fracaso, uno más, de la cumbre del clima en Madrid. Los políticos ya lo habían intentado, pero era evidente que, los intereses económicos no les permitían proteger la diversidad de nuestro planeta como merece. Ahora era el momento de los abogados. En mangas de camisa en pleno enero, busqué, en mi agenda de colegas de profesión, a todos aquellos que estuvieran dispuestos a sumarse a la demanda colectiva más ambiciosa que jamás hubiera presentado nadie, y pronto se sumaron unos pocos. El enfoque estaba claro: sería un desahucio. La parte demandada: la humanidad. La vivienda por desahuciar: la Tierra. Por último, debatimos si cabría la posibilidad de enervación. Todos estuvimos de acuerdo, daríamos una última oportunidad siempre y cuando todos los codemandados, incluidos nosotros mismos, nos comprometiéramos con un futuro sostenible.

 

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