Laura Galindos Reyes

Microrrelatos publicados

  • El abogado del diablo

    Si, terminé con mis cenizas en una urna. Pero déjenme que les cuente mi historia desde el principio y lleguen ustedes a las conclusiones que consideren de su análisis. Yo era un vanidoso y exitoso abogado que había firmado un pacto con el diablo para hacerme rico a cambio de defenderle en sus incesantes juicios por corruptelas y tráfico de influencias. Y sí, hacía competencia desleal al resto de mis compañeros letrados contrincantes a base de sobornos y de comunicar algún que otro mensaje amenazante a los testigos. Pero como todos sabéis, cuando juegas con fuego, te acabas quemando. En el momento en que dejé de serle útil, el diablo me la jugó y me dejó en una comprometida situación, pasto de tiburones que pedían hacía tiempo mi cabeza o de la policía que me quería entre rejas. Adivinen quién me atrapó primero.

    | Mayo 2019
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  • Trastorno psicosomático abogadil

    Lo confieso. Padezco el síndrome de paranoia letrada. Todo comenzó en la universidad al confundir los precios del súper con los artículos del Código Civil. Pero como dice el refrán, la chispa que inició el fuego que arrasó la pradera fue hacerme abogado. Solía solventar las discusiones familiares como juicios. Me rapé el pelo para que no se identificara mi ADN vía capilar. No entraba en el Metro para evitar que me culparan de una agresión sexual con el meneo del vagón y mi despacho estaba impoluto ante posibles indemnizaciones por ser origen de una pandemia. Y a pesar de todos mis esfuerzos, me llevaron a prisión por omisión de socorro al no colaborar en un accidente de coche no fuera que me acusaran de un delito de lesiones. Pero ya he conseguido resolver mi patología, y por fin, me han concedido la prisión preventiva que solicité para impedir escaparme.

    | Mayo 2017
     Participante
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  • La señal

    La sala enmudeció ante el inesperado acontecimiento. El intercambio de incrédulas miradas entre la juez y el guardia de seguridad solo venía a confirmar el inesperado resultado. Los juzgados habían presenciado su ascenso y ahora eran testigos del final de uno de los más grandes abogados de España. Él asumió la paliza con entereza y una triste mirada al suelo. Dubitativo ante las perspectivas de una dorada jubilación que no se cansaba en desestimar, la impunidad sin respuesta de los ataques de su contrario fueron señal suficiente para saber que aquel era el momento de aceptarla.

    | Abril 2016
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  • La leyenda del gran abogado

    Yo era nuevo en el bufete. Y poco tardé en escuchar sobre el mito del mejor letrado que jamás habían tenido en el despacho.
    - Cero noticias de él – me dijo uno de los socios tras mi pregunta – Era un héroe para nosotros. Nunca perdía un caso por muy difícil que fuera. Siempre tenía un plan incluso cuando las circunstancias se torcían.
    - ¿Qué le ocurrió?
    - Algunos dicen que se le pasó el plazo de vencimiento de una demanda para un importante cliente. Nadie entiende con seguridad cómo pudo sucederle. Desde entonces desapareció sin dejar rastro y nunca más se supo de él.

    | Enero 2016
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  • La panificadora

    La abogacía es como el pan, me decía mi mentor. Tienes la corteza, que forma el marco del caso. Todos los juicios tienen su miga, así que debes prepararlos a conciencia. Se empieza por la harina, los hechos. Se le añade la levadura, el ingrediente que lo infla; es decir, que todo buen jurista no utiliza solamente las leyes, sino también consulta sentencias, manuales e informes de peritos. Lo amalgamas bien, que la posición de tu cliente quede como una masa. Después, la horneas, lo que significa que en el pleito deberás adornar tus palabras, dar el rodeo que creas necesario a tu favor. Y vas avanzando rebanada a rebanada según la fase del proceso. Para terminar, nada casa mejor con este alimento que un buen vino: aturdir a tu contrario hasta que pierda el control. Y ya verás que no podrás dejar de saborearlo, al igual que ganar.

    | Julio 2015
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